La crisis ha hecho que aquellos con los bolsillos más llenos tengan que “achinar” los ojos y agudizar la vista a la hora de decidir cómo llenar “el carro de la compra”.

Facturas, calculadora en mano para cuadrar cuentas... hacer números ya no es cosa sólo de aquellos que tenemos que hacer malabares para conseguir una “necesitada” rentabilidad. Las grandes fortunas se unen a esta práctica no exenta de ser etiquetada como conservadora y cautelosa. Y es que los grandes patrimonios también están sufriendo las consecuencias de la crisis. “La prudencia se ha instalado entre los que forman las grandes carteras”, reconoce Miguel Ángel García, director de Inversiones de Banca Patrimonial de Banca March. Pero si algo ha marcado el antes y el después de la crisis, han sido los plazos. “Lo que antes podrían ser reuniones cada mes y medio o dos, ahora son casi quincenalmente”, explica
Jorge De Ros, gestor de patrimonios, quien recuerda que “si hace un tiempo veía una oportunidad de inversión interesante para un cliente concreto, bastaba con una llamada telefónica para exponerla y cerrarla o no”. Ahora -continúa- “es necesaria una cita en la que desgranar la inversión, mirar con lupa todas las ventajas y las posibles pérdidas. Se conforman con ganar menos con tal de no perder e ir cerrando posiciones”. Una opinión que ratifica Sara Pérez Frutos, directora general de Dracon Partners EAFI, pues “si antes las inversiones se estructuraban a dos o tres años dentro de la renta variable, por ejemplo, ahora no se mantienen posiciones más allá de unos pocos meses”.

Si acudimos al mercado de la inversión y preguntamos dónde se encuentran los mejores productos, la sección de la renta fija es la que gana más adeptos entre los grandes patrimonios. Cesáreo Espino, director de Private Wealth de Banif, asegura que para una cartera genérica, la que predomina actualmente, “habría que tener un 50% de exposición a la renta fija, un 30% a la renta variable y dedicar un 20% a otras alternativas de inversión”. Y son muchas las SICAV (vehículo de inversión de las grandes fortunas) que predican con el ejemplo. Amancio Ortega a través de su SICAV Keblar de Inversiones destinó, a cierre del primer semestre de 2010, un 36,98% a la renta fija, especialmente a través de bonos de Banco Santander, BBVA, Telefónica ó Ferrovial. Un 62,19% es la exposición que el presidente del BBVA, Francisco González, tiene hacia la renta fija mediante Orto-Inversiones, gran parte de ella en la propia entidad que dirige; Alicia Koplowitz mediante su SICAV Morinvest Inversiones, que cotiza en el Mercado Alternativo Bursátil (MAB), destina un 39,37% de su cartera a la renta fija en la que el sector financiero encabeza una lista en la que se encuentran también Acerinox, Iberdrola junto a su filial de renovables, Acciona o Catalana Occidente, entre otros. El empresario gallego Manuel Jove, a través de Bourdet Inversiones, destina un 60,25% en Telefónica, Vocento, Técnicas Reunidas, Inditex, Ebro Puleva o Imaginarium, esto en lo referente al mercado español mientras que fuera de nuestras fronteras tanto el sector farmacéutico, energético como financiero gozan de su confianza.

Si hay producto por el que Warren Buffet sienta debilidad es la renta variable. En cada conferencia o entrevista que concede su argumento se repite: “las acciones son mucho más atractivas que los bonos en el momento actual, debido a la desconfianza del público en general sobre la recuperación económica”. “No puedo imaginar que alguien prefiera tener bonos en su cartera cuando puede tener una cartera diversificada de acciones”, insiste este inversor multimillonario. Y es que, según comenta, “la gente lo hace porque no tiene confianza en la economía, y es esto lo que hace atractivos los precios. Si tuvieran confianza, no venderían a estos precios. Aunque la confianza volverá con el tiempo”.

¿Y qué tipo de acciones le gustan a Buffet? ¿Los magnates prefieren renta fija o renta variable? ¿Cuál es el futuro de las Sicavs? Suscríbase a la revista estrategias de Inversión y lo descubrirá.