Para este experto Europa, que está en peor situación económica que durante la década de 1930, “se encuentra sin lugar a dudas atrapada en un torbellino deflacionario, y es bueno saber que el BCE es consciente de ello”. Sin embargo, advierte que puede que la revelación haya llegado demasiado tarde: “No está nada claro que las medidas que hay ahora sobre el tapete sean lo bastante contundentes para invertir el sentido de esa espiral deflacionaria”.

Y frente al retraso del BCE, Krugman ensalza en su artículo, publicado por El País, la figura de Ben Bernanke: “En Estados Unidos, las cosas distan de ir bien, pero parece que (al menos por ahora) hemos escapado a la clase de trampa que amenaza a Europa. ¿Por qué? Una posible respuesta es que la Reserva Federal empezó hace años a hacer lo que debía, al comprar billones de dólares en obligaciones, a fin de evitar la situación a la que se enfrenta ahora su homólogo europeo”.

Para el profesor de Economía de la Universidad de Princeton, “la paranoia de la inflación se ha convertido, hasta un punto llamativo, en una cuestión de corrección política conservadora, de manera que incluso algunos economistas que deberían ser más sensatos se han unido al coro”. Se dice que la inflación ayuda a los deudores y perjudica a los acreedores, mientras que con la deflación sucede lo contrario.

Apunta Paul Krugamn que “sin duda, hay muchos inversores ricos entre la multitud que denuncia la degradación del dólar, pero no sabemos con certeza lo representativos que son; y se podría argumentar que a los grandes inversores les deberían gustar las políticas expansivas de la Reserva, que han sido muy beneficiosas para la bolsa”.


Alemania ha acabado dictando las políticas de toda Europa

En cuanto a Europa señala “los ricos de Europa no son tan ricos ni tan influyentes como los estadounidenses pero, no obstante, los intereses de los acreedores son todavía mayores que en Estados Unidos porque los países acreedores, Alemania en concreto, han acabado dictando las políticas de toda Europa”.

Para el Nobel de Economía de 2008, “es importante que entendamos que el dominio que ejercen los intereses de los acreedores a ambos lados del Atlántico, respaldado por doctrinas económicas falsas pero que generan una atracción visceral, ha tenido consecuencias trágicas”. Señala que nuestras economías se han debilitado a causa de la penosa situación de los deudores, que se han visto obligados a recortar drásticamente el gasto.

Para evitar una depresión profunda y prolongada, necesitamos políticas, según Krugman, que contrarresten ese lastre. Pero, en vez de eso, “lo que tenemos es la obsesión con los peligros del déficit presupuestario y la paranoia de la inflación”. Y como consecuencia, “una depresión económica que no se acaba nunca”.