Ángel Ron deja un Banco Popular señalado dentro y fuera de nuestras fronteras por el problema que sigue teniendo con los activos inmobiliarios en su balance, unos 27.600  millones de euros. Solo en lo que va de año, el que era considerado antes de la crisis uno de los bancos más solventes, eficientes y seguros del mundo se ha dejado más de un 66% de su valor en bolsa.  En estos momentos, vale unos 1.000 millones más de los 2.500 millones que inyectó este año, y menos de lo que  se ha invertido en las dos últimas ampliaciones de capital. (5.000 millones).

Estas continuas ampliaciones  han diluido hasta la extenuación a sus accionistas y el run-run del mercado apunta a una OPA casi sin remedio. El problema sería, claro, quién va a atreverse a comerse a Popular, aunque el Sabadell siempre ha sido una de las apuestas del mercado. Por otro lado, el Santander es la única gran entidad financiera que no ha participado en anteriores rondas de consolidación.

Que el mercado español va a volver a asistir a una ronda de concentraciones es algo más que descontado. Las actuales circunstancias económicas, los bajos tipos de interés y el auge de las fintech y de la banca online ya no dejan espacio para tantas oficinas, ni para tantas entidades. Más allá de eso, la cuestión es, ¿quién va a capitanear este proceso?

Tras la sutitución de Ángel Ron  por Emilio Saracho al frente del Banco Popular, seis de las iste grandes entidades financieras españolas tienen al frente a presidentes o consejeros delegados nombrados después del estallido de la crisis financiera.

Además de Ángel Ron, este año ha cedido la presidencia de CaixaBank uno de los históricos del mercado bancario español, Isidro Fainé.  Él dejó la presidencia del banco en manos de Jordi Gual y la figura del consejero delegado cayó en esa misma fecha en Gonzalo Cortázar.

El Santander asistió a un relevo algo más dramático en septiembre de 2014, hace dos años. La muerte de el banquero más carismático de las últimas décadas en España, Emilio Botín, supuso el desembarco de su hija, Ana Patricia, como primer directivo del mayor banco español y uno de los mayores de la zona euro.

Ana Patricia había sido señalada como heredera años antes y había pasado por varios puestos: presidenta de Banesto y principal directiva de Abbey antes del faltal desenlace. Su designación no fue una sorpresa y ya estaba orquestada.

Algo muy parecido es lo que está sucediendo en Bankinter, el otro banco de referencia de la familia Botín, en este caso del hermano de Emilio, Jaime. La entidad nombró presidente a Pedro Guerrero en 2007, aunque la entidad está en manos de María Dolores Dancausa desde octubre de 2010 en sustitución de Jaime Echegoyen.  En 2010, eso sí, uno de los hijo de Jaime Botín entró en la firma como vicepresidente, en un intento  -dicen en el sector- de ir preparándolo para comandar la nave en un futuro.

Quizá la sustitución más esperada antes de la salida de Ángel Ron se llevó a cabo dentro de Bankia, la antigua de Caja Madrid.  En 2009 salió Miguel Blesa  que cedió el testigo a Rodrigo Rato, que solo duró hasta 2012 tras el rescate de la entidad financiera. Desde su marcha ha sido José Ignacio Goirigolzarri, un histórico de BBVA, el que ha manejado los designios de la única gran entidad financiera española rescatada.

Los dos únicos estandartes de la banca española que quedan de pie tras la crisis son Francisco González, el presidente de BBVA y Josep Oliú, el presidente de Sabadell. Es cierto que González nombró  en 2015 a una nueva cúpula que dirigiera al banco a través del cambio digital y puso a Carlos Torres Vila como consejero delegado. Son muchos los actos en los que Torres Vila ya actúa en solitario y entre el sector ya se habla sin tapujos de la fecha en la que el conocido como FG podría jubilarse.

El banquero cumplió 72 años el pasado mes de octubre y los estatutos del banco tienen un tope para el presidente del banco, 75 años. ¿Se mantendrá tres años más en su puesto?

Por último queda Josep Oliú, el presidente de Sabadell, que ahora mismo tiene 67 años y que forma parte de una de las sagas de banqueros catalanes. Cuando en 1999 entró a presidir el banco lo hizo para sustituir a su padre. El actual CEO, Jaime Guardiola, asumió el cargo en 2007, unos meses antes del estallido de la crisis financiera.

A falta de saber si FG y Oliú podrían dejar sus cargos, lo cierto es que una nueva ronda de fusiones volverá a poner patas arriba el panorama financiero español y a provocar más cambios entre sus directivos. Habrá que verlo.