Desde AXA señalan que, a pesar de que las empresas están tomando medidas para hacer frente al calentamiento climático, estos esfuerzos no serán suficientes para contener el aumento de la temperatura global por debajo de los 2 grados para final del siglo.

En este sentido, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente afirma que existirá un desfase de entre 8 y 10 gigatoneladas de emisiones de C02 en 2020, cifra igual a las emisiones totales de C02 de China en 2013.

Entre las recomendaciones de AXA, la principal hace referencia a la reducción de la exposición a activos con mayor riesgo a una futura redefinición de políticas. En este sentido, aconsejan no invertir en activos relacionados con el carbón, cuyo uso se reducirá debido a su alto nivel de emisiones de CO2, sus efectos negativos sobre la salud y la existencia de otras fuentes de energía sustitutivas.

Entre las recientes restricciones al empleo de este recurso energético destacan la legislación alemana, que obliga a que, en el año 2050, el 80% de la electricidad provenga de fuentes renovables desde el 26% actual. En China, por su parte, el Plan de Control y Contaminación del Aire, establece un objetivo para reducir el empleo del carbón como fuente primaria de energía hasta situarlo por debajo del 65% para el año 2020.

En su informe señalan que aquellos negocios más innovadores y con mayor viabilidad largo plazo son aquellos que han ajustado sus estrategias para adaptarse a una economía baja en carbono. En este sentido, señalan que “las compañías deberían estar obligadas a dar explicaciones sobre la integración de los riesgos climáticos potenciales en su proceso de evaluación de riesgos”.

Además, aquellos activos más ilíquidos presentan mayores riesgos climáticos, algo similar a lo que ocurre con aquellos activos a más largo plazo, como activos inmobiliarios o infraestructuras.

Sin embargo, advierten de que, para llevar a cabo inversiones a largo plazo, existen dos problemas fundamentales. El primero está relacionado con la existencia de índices de referencia tradicionales, que proporciona resultados sesgados e inexactos. El segundo está relacionado con los horizontes de inversión y las normas contables que están obligando a los inversores a centrarse en deuda a más corto plazo.

Bonos verdes

Se trata de instrumentos financieros diseñados para captar fondos para proyectos medioambientales. Se trata de un mercado relativamente pequeño, con un volumen total de 70.000 millones de dólares, pero que proporciona oportunidades de inversión en proyectos con credenciales medioambientales.

Además, incrementa la concienciación entre los inversores y emisores que no aplican criterios MSG, aumentando el conocimiento sobre los riesgos ligados al cambio climático, así como las oportunidades que puedan existir en estos sectores.

Desde AXA señalan que el segmento corporativo constituye el mayor potencial del mercado de bonos verdes, ofreciendo rentabilidades superiores a los títulos de deuda del Estado y liquidez.